Colombia se prepara para que el próximo 27 de mayo se elija Presidente de la República, después del sinsabor que han dejado las consultas interpartidistas, la del partido liberal por una lado con un candidato que no despega en las encuestas y por otro, la reciente consulta del 11 de marzo que evidencia a los dos candidatos con más fuerza en dos extremos ideológicos claros.

La pregunta es lo que generan las encuestas en el ser humano y en sus seguidores, que tanto reflejan la realidad política y electoral, aunque claramente marca una tendencia en la votación también miden el ego de cada uno.

Lo llamativo de las encuestas no es el resultado, porque algunos creen en unas y en otras no, se han conocido las de INVAMER, YANHASS, GALLUP, GUARUMO, etc… cada una con credibilidad propia, el problema es lo que generan las encuestas, y es precisamente el afán de unos por seguir subiendo y de otros por aliarse rápidamente para no perder lo poco que tienen.

Más allá de eso, se refleja la calidad de cada candidato como ser humano, los que van adelante generalmente se muestran confiados, triunfalistas, arrogantes, otros que de pronto no tienen un resultado tan prometedor, también asumen la misma actitud, pero sobre todo la de atacar y menospreciar a sus contrincantes.

Lo que más detestan lo ciudadanos es ver a unos candidatos que se han ganado respeto y credibilidad en su carrera profesional transformados, atacando con bajeza, sin ningún tipo de argumentos, es una realidad caótica que desdibuja la esencia de cada uno. Escuchar las entrevistas después de las encuestas es desgastante y desesperante, se pierden las propuestas para pasar a las trivialidades de los demás.

Si se agrega a esto el impacto que tienen hoy las redes sociales vemos más clara una guerra insensata, donde la tecnología a través de Twitter o el Facebook se convierte en el elector, en el juez, en el evaluador. Grupos que a través de redes insultan a los seguidores de su candidato opositor, afectando muchas veces la realidad, los candidatos ni se enteran de lo que sus seguidores suelen encender en redes sociales, desprestigiándolos y menospreciándolos.

Qué decir de las “noticias falsas” ya hoy, ni siquiera se puede tener certeza si el que escribe un Twitter es el dueño de la cuenta o no, o si la noticia es de una fuente oficial o fabricada, hoy las redes falsifican perfiles e información que engañan también al ciudadano y lo inducen a error a la hora de elegir.

El ciudadano de bien quiere campañas con altura, con argumentos, con debates, donde gane el mejor para conducir los destinos del país. Donde los periodistas no pierdan su neutralidad y entrevisten para extraer la esencia de cada uno y no la sevicia que les brota a otros. Estamos aburridos de los insultos y críticas blandas que solo generan voto en blanco o voto nulo en protesta por esos miramientos.

Vale la pena destacar el avance de Colombia en ver fórmulas vicepresidenciales mujeres que permiten darle altura a los debates, en algunos casos es un orgullo escuchar mujeres profesionales con glamour para expresar ideas políticas, que aunque estén encabezando las encuestas se muestran con moderación, hay otras claro de excepción que maltratan la presencia femenina en escenarios políticos.

A pesar de ello es un complemento importante que no se había visto tan claro en época electoral para Colombia, ya se vislumbra un terreno más claro para una mujer presidente en el futuro.

¿Qué surge entonces de las encuestas? No es el candidato más preparado y profundo, surge el animal político que aruña que rasga la intimidad del otro, que lanza bombas con bajeza pensando que eso lo hará crecer en el próximo ejercicio de medición cuantitativa.

Que si tiene experiencia, que si no la tiene, que si fue guerrillero, que si tiene títulos falsos, que si cumplió o no las promesas cuando era alcalde, ministro o negociador de paz, etc…. Nadie combate las propuestas de salud, educación, vivienda, empleo, seguridad o justicia que es lo que realmente nos interesa a los colombianos. Nunca escuchamos discusiones de fondo sobre las propuestas.

Esperemos que los próximos 60 días que quedan para la elección presidencial sea para debatir propuestas y el futuro del país, que los seguidores y fans en redes sociales potencialicen a su candidato y no lo avergüencen con ataques bajos contra sus opositores. Debemos dar ejemplo de institucionalidad, de democracia y sobre todo dejar a un lado el ego producto de las encuestas, porque para gobernar no se necesita.