Un fracaso más del desgobierno de Juan Manuel Santos se demuestra con el descuido que ha tenido con las fronteras, cuando estaba preparando el proceso de paz con las Farc se realizaban importantes eventos en estas zonas para que se legitimaran los acuerdos, fueron tenidos en cuenta con intereses políticos pero una vez firmado el acuerdo “si te vi no me acuerdo”.

Es inconcebible como las últimas semanas se han tomado ilegalmente la zona del Catatumbo grupos que extorsionan, secuestran y controlan el orden público aterrorizando a la población civil y prácticamente tres semanas después aparece el Vicepresidente Naranjo a hacer reuniones que no conducen a nada.

Que desastre un gobierno que se ha caracterizado por descuidar a la población, por desconocer los conflictos cuando comienzan y aparecer a solucionarlos cuando ya hay una crisis y un descontrol rampante.

En 8 años nunca ha habido prevención a las dificultades de orden público, todos recordamos la frase famosa del Presidente Santos “el tal paro agrario no existe” y así ha sido para todo. Desconocen las problemáticas y aparecen cuando ya no hay nada que hacer.

Esto en cuanto a la frontera con Venezuela que tiene un componente adicional y es la crisis humanitaria que se ha generado con la migración de venezolanos y ya nadie dice nada al respecto, hay escasez de alimentos, de medicamentos, falta de camas en los hospitales, problemas de seguridad ciudadana, entre otras dificultades.

No ha habido ninguna solución de fondo para atender los efectos del crecimiento de la migración venezolana para Norte de Santander y el impacto al resto del país, y si a esto le sumamos la crisis en el Catatumbo se observan serias dificultades de gobernabilidad en la zona.

Por otro lado, el narcotráfico sigue avanzando en otras zonas de frontera, esto se demuestra con la captura del guerrillero Santrich para sacar 10 toneladas de cocaína como una prueba clara de la continuación del narcotráfico producto del proceso de paz con las FARC, siguen delinquiendo sin ninguna limitación y todavía amenazan desde la prisión con no dejarse extraditar.

Así mismo, en cuanto a la frontera con Ecuador, se evidencian las dificultades que ha habido para capturar a Walter Patricio Arizala, alias Guacho que para abril del 2017 se le atribuían por lo menos 22 asesinatos cometidos en menos de un año y era identificado como jefe de milicias entre Tumaco y Ricaurte (Nariño).

Su área de operación era entonces la misma que sigue siendo hoy: Llorente, un corregimiento de Tumaco esencial para el negocio del narcotráfico que se mueve por esta zona del país.

Tumaco se estaba llenando de bandas interesadas en apoderarse del control de los cultivos de uso ilícito y de los laboratorios para procesar coca que allí abundan; y aunque a Guacho apenas lo acompañaban no más de 10 hombres, la Fiscalía veía ya la amenaza latente y ordenó su captura.

Hoy un año más tarde 2018, a Guacho lo acompañan más de 400 hombres fuertemente armados, de los cuales casi 140 conforman su esquema de seguridad. Tiene sólo 25 años, pero su conocimiento de la guerra, del narcotráfico y del suroccidente del país le ha dado la confianza para desafiar abiertamente a Colombia y a Ecuador.

El secuestro de un equipo del diario ecuatoriano El Comercio, el cual fue ejecutado en cautiverio, quedó como prueba de su poderío de la zona fronteriza: Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra fueron plagiados en Ecuador y asesinados en territorio colombiano. Y mientras ambos países lanzaron una fuerte ofensiva militar para encontrarlo, Guacho se dio el lujo de volver a secuestrar a dos ecuatorianos.

Es alarmante la falta de presencia del Estado en nuestras fronteras, la ausencia de una política pública que se dedique a fortalecerlas y no abandonarlas, se ven militares y policías amarrados sin poder actuar.

Un gobierno temeroso de reaccionar contra criminales de vieja data, contra bandas criminales fortalecidas con el narcotráfico y sobre todo disidencias de FARC que lideran el negocio.
Hoy vemos un proceso de paz burlado por sus partes, por un lado, guerrilleros que siguen delinquiendo y burlándose de la justicia y por otro un gobierno pasivo que no reacciona o no quiere reaccionar frente a sus equivocaciones. Se entregó el país a la delincuencia, al descontrol, y a la inseguridad.

Esperemos que el próximo 27 de mayo no haya equivocaciones, que se elija un Presidente que no le tenga miedo a las decisiones contundentes, a perseguir el narcotráfico, a extraditar a quien delinque y a defender las fronteras para demostrar que si existe el Estado colombiano.

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